A) Conjunto de documentos sean cuales sean su fecha, su forma y su soporte material, producidos o recibidos por toda persona física o moral, y por todo servicios u organismo público o privado, en el ejercicio de su actividad, y son, ya conservados por sus creadores o por sus sucesores para sus propia necesidades, ya transmitidos a la institución de archivos competente en razón de su valor archivístico.
B) Institución responsable de la acogida, tratamiento, inventariado, conservación y servicio de los documentos.
C) Edificio o parte de edificio donde los documentos son conservados y servidos.
Vemos que la definición de archivo puede aludir a tres ámbitos:
El archivo debe regirse bajo un principio de orden que asegure la localización inmediata de los fondos y el derecho de los ciudadanos a acceder a su consulta.
Y debe, asimismo, «servir información, transparencia y testimonio de prueba, necesarias a las instituciones, la sociedad o las personas que lo soliciten» (Romero Tallafigo). Para el investigador, los archivos son el «granero» o la «cantera» donde acudirá en busca de los datos necesarios para llevar a buen término su proyecto.
Existen dos formas principales de clasificar un archivo.
1) Según la etapa vital en la que se encuentren los documentos:
Archivos administrativos son los que conservan documentación de valor permanente junto a otra expurgable. Y dentro de éstos distinguimos:
Archivos históricos son los que custodian documentación permanente dado su valor para la investigación y la ciencia.
2) Y según su titularidad y/o gestión
Archivos de titularidad privada, por ejemplo familiares o nobiliares, eclesiásticos, etcétera (Archivo Histórico Diocesano de San Sebastián, Archivo Ducal de Medinaceli, etcétera).
Archivos de titularidad pública, entre los que diferenciamos varias divisiones:
Una vez elegido el tema y la metodología de nuestra investigación es importante dar con el archivo que mejor se adapte a nuestras necesidades. En el ámbito de Sevilla destacaríamos los siguientes: