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La Competencia Digital

Guía sobre la competencia digital en el mundo de la información actual. Trata de los errores comunes en nuestros hábitos digitales, de por qué es necesario formarse en competencia digital y del marco europeo referente.

Tipología de errores

En multitud de ocasiones te habrás enfrentado a la tarea de localizar una información que necesitabas para hacer un trabajo, para resolver un problema o por el mero placer de aprender. En muchas de ellas, tras pasar un rato intentándolo analizando interminables listas de resultados, no habrás podido encontrar lo que buscabas, por lo que habrás tenido la sensación de que algo se te escapaba. ¿En qué pudiste fallar?

 

  • No concretar adecuadamente la necesidad de información: buscar “pato” cuando lo que realmente necesitas saber es “cuáles son los hábitos de migración de las aves acuáticas del sur de Europa”.

  • No definir una estrategia de búsqueda: la estrategia debería incluir lo que ya sabes, lo que necesitas saber, cuánto necesitas, dónde lo vas a buscar y con qué criterios lo vas a seleccionar.

  • No elegir los términos de búsqueda idóneos: has de familiarizarte con los términos que comúnmente se usan para nombrar aquellas cosas sobre las que buscas información. A continuación debes convertir esas palabras en una combinación de términos de búsqueda que se pueda usar en el buscador elegido.

  • Utilizar un solo buscadorno todos contienen los mismos documentos. Selecciona aquellos en los que puedes encontrar el tipo de información que buscas.

  • Quedarte con lo primero que encuentras: después de horas buscando, has tirado la toalla. Y tal vez te conformes entonces con un documento que no habla exactamente de lo que necesitas, que no sabes quién lo ha escrito ni cuándo ni dónde. Evalúa los resultados, si has hecho una buena búsqueda seguro que no son tantos. Al final merecerá la pena.

  • No anotar, almacenar y clasificar las búsquedas y los resultados: es la única forma de saber qué has buscado ya, qué has encontrado y evaluado, qué has leído y si finalmente has concluido tu tarea.
Cada vez es más frecuente utilizar diferentes medios para comunicarte con tu entorno. Con tus familiares o amistades, en el trabajo, en la propia universidad, etc. se establecen diferentes escenarios de comunicación que requieren el uso de distintos dispositivos, programas e incluso códigos que has de saber usar para procurar no quedarte descolgado del grupo. ¿Problemas?
  • No contar con el hardware necesario: es bastante frecuente obviar la lectura de requisitos previos para llevar a cabo, por ejemplo, una videoconferencia por lo que, a veces, además de contar con lo obvio, la cámara, el micrófono, los altavoces... se nos olvida que estos deben ser compatibles con el ordenador que vayamos a usar.
  • Usar formas o vocabulario poco adecuados al no tener en cuenta a quien te diriges ni el canal empleado: no es lo mismo escribir un correo electrónico a docentes que chatear con amistades para acordar dónde ir el próximo fin de semana. 
  • Utilizar canales equivocados para comunicarnos: por ejemplo, si lo que pretendes del docente es conseguir una explicación a una consulta compleja, mejor envíasela por correo electrónico que por Whatsapp que, al ser un canal de mensajería instantánea, resulta más apto para consultas rápidas, informales o para aquellas cuya respuesta requiera poca elaboración. 
La disponibilidad de grandes cantidades de contenido en la web, cuyo uso y manipulación es técnicamente muy sencillo, transmite una falsa sensación de que todo lo que circula en medios digitales es gratis y  se puede utilizar a nuestro antojo, sin tener en cuenta a sus creadores. Usa la información, pero hazlo de manera ética y legal. Por otro lado,  aunque contamos con potentes herramientas de creación de contenido, a menudo desconocemos el uso de funciones  que pueden hacernos mucho más productivos.
  • No citar las fuentes usadas en la elaboración de nuevo contenido: cortar, copiar, pegar, modificar, parafrasear… son acciones habituales en medios digitales para crear nuevo contenido, ¿pero estás seguro de que puedes hacerlo? ¿No estás infringiendo ninguna norma ni código ético? Es importante asegurarse de ser original y, cuando se usen contenidos de otros, citar las fuentes y dar crédito a sus creadores.
  • No respetar las licencias de uso del material encontrado en la web: ¿estás seguro de que puedes usar esa foto en tu trabajo? ¿Podrías modificar ese vídeo y volverlo a publicar a tu nombre? Ese documento que te han pasado… ¿de verdad vas a colgarlo en tu blog?
  • Desconocer el uso de algunas funciones básicas de herramientas habituales: aunque las usemos muy a menudo, con frecuencia nos encontramos con que no sabemos hacer cosas básicas en aplicaciones o programas que nos ahorrarían mucho tiempo y esfuerzo. ¿Sabes cómo se hace un índice automático en MS Word?
  • ¿Sabes cómo crear una regla o filtro de correo para tener ordenada tu bandeja de entrada?: seguro que ya eres consciente de que la mayor parte de los mensajes de correo que entran a tu buzón tienen escasa o nula importancia o, directamente, son spam. Separar los mensajes importantes de aquellos que no lo son te hará ser mucho más eficiente.
La seguridad es uno de los grandes caballos de batalla del uso de los medios digitales y de Internet, además de una fuente inagotable de noticias relacionadas con engaños, sustracciones, injerencias y un elevado número de otras variantes delictivas que, a menudo, hacen que salten nuestras alarmas. Mantener seguros nuestros equipos y nuestra información debe ocupar un lugar muy relevante en nuestros hábitos de vida digitales. 
  • No disponer de un software que proteja tu equipo de amenazas externas: pensamos que nunca nos ocurrirá, pero la mayoría de las veces acaba pasando: nuestro equipo se ve atacado o infectado por uno de los muchos virus o programas maliciosos que circulan por Internet.
  • Todo un clásico, usar una contraseña poco segura (y siempre la misma) para proteger nuestras cuentas: desgraciadamente, si alguno de los servicios en los que te has registrado sufre un ataque y tus datos de acceso son revelados, el resto de tus cuentas en otros servicios también se verán comprometidas.
  • ¿No quieres que en la universidad sepan qué hiciste el pasado fin de semana?: registrarte en Facebook o en Instagram con un nombre falso o un nick que solo conozcan unas pocas personas no es más que una solución a corto plazo. Configura adecuadamente las reglas de privacidad. Decide con quién quieres compartir cada publicación.
  • Obviar los gastos superfluos que produce el uso de tus dispositivos: dejar el cargador del móvil enchufado aunque no esté cargando, dejar el monitor del ordenador en standby (con el piloto rojo encendido) aunque no vayamos a usarlo hasta dentro de tres días…
  • Creer que un príncipe nigeriano compartirá contigo su herencia si le ayudas económicamente a reclamarla: es un típico caso de estafa a través de correo electrónico que lleva años usándose con múltiples variables.
El uso de herramientas y medios digitales es un hecho en gran número de situaciones. Una de sus principales bondades es que permiten resolver tanto problemas antiguos (o hacerlos de manera más eficiente) como otros nuevos que van surgiendo. En determinados contextos, cuando se habla de digitalización, se está haciendo mención precisamente a esto, al uso de medios digitales en procesos antiguos, pero también en los nuevos, en muchos casos como sinónimo de automatización.
  • Abandonar una iniciativa, una idea o un trabajo: simplemente por no saber a quién recurrir para recibir formación, asesoramiento o ayuda con cuestiones relacionadas con la tecnología. 
  • Desconocer cómo buscar, identificar y seleccionar herramientas o métodos para resolver tareas o problemas: no saber dónde buscar (u obtener) esas herramientas, cómo identificarlas y seleccionar en función de tus propias necesidades, pero también teniendo en cuenta criterios de propiedad intelectual y de seguridad informática.
  • Desconocer cómo funcionan los dispositivos más habituales y resolver problemas habituales de configuración: que tu portátil no se conecte a la WiFi y que sea porque, sin querer, desconectaste el dispositivo de conexiones inalámbricas. 
  • No atreverse a cambiar de versión de software o de sistema operativo por no saber cómo funciona: a menudo nos mostramos reticentes a incorporar avances tecnológicos simplemente por no salir de nuestra zona de confort. 


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